Robert E. Howard (1)

27.09.2022

Bob "Dos Pistolas"

Robert E. Howard nació en Texas en 1906. No tuvo una vida fácil, y el hecho de que decidiese dedicarse a la escritura no hizo más que dificultarle las cosas. De personalidad introvertida, con una infancia marcada por los abusos por parte de otros niños y poco dado a expresar simpatías, nunca tuvo demasiados amigos. Comenzó estudios universitarios pero nunca los terminó, pues los aparcó para dedicarse a escribir, motivado en parte por su afán creativo y su amor a la literatura y en parte por las necesidades económicas familiares.

Durante años fue uno de los escritores de la revista pulp Weird Tales, para la que escribió docenas de relatos de muchas temáticas diferentes (aunque todas ellas englobadas dentro del pulp) y mantuvo una gran amistad con otros escritores de la época, entre los que destaca el mismísimo Lovecraft, quien apodó al texano Bob "Dos Pistolas". Howard escribió mucho y peleó más todavía pese a las malas cartas que la vida le había repartido, pero sus problemas económicos y familiares fueron demasiado para él. El año 1936, después de que su madre muriese por tuberculosis y abrumado por las deudas que acumulaba a causa de los enormes gastos médicos que supuso durante años el tratamiento de la enfermedad, se pegó un tiro. Tan solo contaba con treinta años.

Como tantos otros quiso vivir de sus escritos, pero no consiguió más que malvivir hasta el punto de que, en ocasiones, se veía obligado a saltarse comidas. La feroz y fatal enfermedad que padeció su madre, la persona más próxima a Howard, tan solo contribuyó a agravar dichos problemas financieros. Todo para que finalmente la mujer fuese derrotada por la enfermedad. No, Howard no tuvo una vida fácil ni larga. Su obra y sus personajes, sin embargo, lo han hecho inmortal.

La dedicación de Howard

Resulta innegable que Robert E. Howard amaba escribir. No solo realizó enormes sacrificios personales para hacer de la escritura su profesión, pese al escaso éxito y reconocimiento que recibió en vida por ello, sino que, durante los poco más de diez años que dedicó a la escritura antes de su trágica muerte, generó una obra enormemente extensa y variada.

Howard escribió sobre muchos y muy diversos géneros que iban desde la espada y brujería por la que es más conocido (Conan el Bárbaro) hasta la ficción histórica de terror (Solomon Kane), pasando por western, boxeo, ciencia ficción, detectives, piratas y mucho más. Diez años, decíamos, que le dieron para escribir más de trescientos relatos y el doble de poemas. Es cierto, sin embargo, que su precaria situación económica lo obligaba a escribir mucho para poder aumentar sus escasas ganancias, pero también lo es que, pese a todos los problemas que tuvo, nunca abandonó la escritura para buscar prados más verdes. Desde que con escasos veinte años dejó la universidad para dedicarse a escribir, y hasta su suicidio cuando contaba con treinta años, Howard hizo de la literatura no solo su profesión, sino también su estilo de vida.

Éxito póstumo

No podemos evitar preguntarnos hasta qué punto habrían mejorado las cosas para Howard si no se hubiese suicidado al verse abrumado por las dificultades y los golpes de la vida. Nunca lo sabremos, pero lo que sí sabemos es que forma parte de ese gran número de autores de distintas áreas creativas que viven y mueren en la miseria pero cuya obra alcanza un gran éxito con el pasar de las décadas.

Hoy en día hablar de Howard es hablar de uno de los autores pulp más apreciados por los lectores. Varios de sus personajes, entre los que destaca notablemente Conan el Bárbaro, han sido adaptados a otros formatos, tales como cómics o películas, y todavía hoy se escribe sobre ellos. Conan en particular se ha convertido en uno de esos personajes conocidos en todo el mundo, pero no es el único que ha alcanzado la fama: Kull, Solomon Kane e incluso Sonja la Roja han seguido sus pasos, aunque su éxito no sea equiparable al del mítico bárbaro.  

JOAQUÍN SANJUÁN